Chaz, un hombre soltero de Brooklyn, siempre había soñado con tener hijos. Creció en una comunidad judía muy unida, rodeado de valores familiares durante toda su vida, y siempre asumió que algún día tendría una familia propia. Cuando se declaró gay a finales de sus veintes, sus sueños de ser padre no disminuyeron; en cambio, su camino hacia la paternidad se transformó.
Abrazando la paternidad en solitario
A mediados de sus treintas, Chaz se encontraba soltero mientras muchos de sus amigos gays comenzaban a formar familias, a menudo con la ayuda de gestantes subrogadas. Inspirado por sus historias, Chaz empezó a contemplar la idea de convertirse en padre por sí mismo. “Esta idea de la familia de dos padres es algo arcaico”, pensó. Seguro de que podía criar a un hijo solo, decidió embarcarse en el proceso de gestación subrogada.
Navegando el proceso de gestación subrogada
Tras asistir a una conferencia de Men Having Babies en 2018, Chaz contactó con una clínica de fertilidad en Portland, Oregón, recomendada por sus amigos. Ansioso por dar el primer paso, se sometió a un examen físico y comenzó a ahorrar dinero para el proceso. Realizó trabajos de consultoría freelance y recibió apoyo financiero de su familia y una beca de una organización judía sin fines de lucro.
Con la llegada de la pandemia de COVID-19, Chaz regresó a la casa de sus padres, lo que le permitió ahorrar decenas de miles de dólares en alquiler. En 2021, se mudó a un apartamento con alquiler estabilizado en el Upper West Side, ideal para un bebé. Su investigación indicaba que la gestación subrogada tomaría unos dos años, así que se propuso tener un hijo antes de los 40.
Encontrando una donante de óvulos y una gestante
Chaz formalizó su relación con la clínica de Portland en 2022 y comenzó la búsqueda de una donante de óvulos. La pandemia lo dificultó, ya que las restricciones de viaje limitaban la disponibilidad de donantes. Sus criterios eran simples: alguien que le resultara atractiva e interesante, y que estuviera dispuesta a ser contactada en el futuro. Tras meses de búsqueda, finalmente encontró una donante cuyo perfil sincero le conmovió.
A través de Brownstone Surrogacy, dirigida por Jarret Zafran, Chaz fue emparejado con Jill, una doula de fertilidad de Rochester, Nueva York. Jill tenía experiencia personal con FIV y estaba comprometida a ayudar a alguien de la comunidad LGBTQ+. La conexión fue inmediata y avanzaron rápidamente.
El proceso de transferencia y el embarazo
Chaz estaba emocionado y ansioso durante el proceso de transferencia de embriones. La primera transferencia no funcionó, pero la segunda fue exitosa. “Escuchar el latido del corazón fue como, ‘Guau, la ciencia es increíble’”, recuerda Chaz. Al principio, mantuvo la noticia del embarazo en un círculo reducido.
La llegada de la bebé Lia
Tras un largo parto, finalmente nació Lia, la hija de Chaz. El personal del hospital fue increíblemente solidario, y el nuevo padre sintió de inmediato la profunda responsabilidad y alegría de la paternidad. Elegir el nombre de su hija fue un momento significativo, y escogió uno que había estado en su lista desde el principio.
Adaptándose a la vida como padre soltero
La primera noche en casa fue un reto, pero Chaz se adaptó rápidamente a la vida con una recién nacida. Amigos y familiares le apoyaron con comidas y visitas. Sin embargo, Chaz prefería manejar las cosas por sí mismo, estableciendo una rutina para él y Lia. Aunque enfrentó las dificultades típicas de la paternidad, prosperó con la experiencia y disfrutó cada momento con su hija.
El viaje de Chaz hacia la paternidad a través de la gestación subrogada ejemplifica la determinación, el amor y el concepto evolutivo de familia. Su historia es un testimonio de las posibilidades de la paternidad en solitario y de las profundas conexiones que pueden formarse gracias a las tecnologías reproductivas modernas.
Referencias:
