Mi primera sugerencia es que no HAGAS nada, al menos no en este mismo instante.
Sé que es un cliché (e incluso un poco insultante) que te recuerden que quizás no estés pensando con total claridad, pero así es.
Tus emociones están siendo fuertemente influenciadas por los cambios drásticos en los niveles hormonales, el cansancio del embarazo y el estrés por los cambios que están ocurriendo en tu vida en este momento.
Estás en medio de una tarea inmensa, estás trayendo un nuevo ser humano al mundo. La nueva relación con tu bebé puede ser tan grande temporalmente que ni siquiera puedas preocuparte por otras relaciones.
Ahora puede que no sea el momento para tomar decisiones importantes sobre otras relaciones.
(Sobre todo decisiones que pueden tener consecuencias duraderas y de gran alcance.)
En su lugar, te sugiero que tomes un paso atrás y realmente observes la situación.
- ¿Sentías esto por tu pareja antes de quedar embarazada?
- ¿Las preocupaciones sobre las finanzas, tu salud, el empleo u otros temas no relacionados con la relación están causando estrés?
- ¿Tu pareja está actuando de manera diferente o están discutiendo más ahora que antes de que quedaras embarazada?
- ¿Estás teniendo un embarazo particularmente exigente físicamente?
- ¿También te sientes menos interesada en las relaciones con tus amigos y familiares?
Las respuestas a estas preguntas pueden darte una idea de si estos sentimientos son obstáculos temporales o si existe un problema real y permanente.
Sin embargo, ya sea que el problema sea permanente o temporal, eso no cambia cómo te sientes ahora. Tanto tú como tu bebé merecen que estés en tu mejor estado emocional cuando llegue el gran día.
El primer paso en esa dirección puede ser hablar de tus sentimientos con tu médico.
Cuéntale cómo te sientes, especialmente si estás perdiendo el interés en cosas más allá de tu pareja, ya que esto podría indicar depresión prenatal. Esta condición, también conocida como depresión antenatal, afecta hasta a una quinta parte de todas las mujeres embarazadas.
También podrías considerar acudir a un terapeuta personal o incluso asistir a terapia de pareja.
No es raro que el embarazo cause problemas en la relación, y cualquiera de los dos tipos de terapeutas debería estar bien preparado para ayudarte a ti y a tu pareja a superar esto.
Si tú y tu pareja forman parte de una iglesia, el clero podría orientarlos hacia un consejero matrimonial basado en la fe.
Por último, si decides que terminar la relación con tu pareja es lo mejor, por favor recuerda que aunque tú y él ya no estén juntos, él sigue siendo el padre de tu hijo por nacer.
Esa relación no debería verse afectada por tu estado de pareja con él.

