No hay muchas cosas peores que ser engañada… excepto, supongo, ser engañada durante el embarazo.
El embarazo ya es un desafío físico y mental enorme para la mujer, así que es terrible siquiera imaginar tener que soportar además la noticia de que el padre del hijo que esperas ha estado viendo a otra persona. Aquí estás tú, cuidando con esmero a su descendencia, soportando náuseas y constantes cambios en tu cuerpo, y mientras tanto él, pasándoselo en grande con otra.
Ser engañada, en cualquier circunstancia, es devastador, confuso e incluso enfurecedor, y es completamente comprensible. Es probable que ames a tu pareja, y ese amor viene acompañado de admiración y respeto. Cuando admiras a alguien y esa persona decide herirte, inevitablemente terminas cuestionando tu propio valor. No te hagas esto a ti misma. La decisión de engañar, sin importar cuán estable o inestable fuera la relación, recae únicamente en tu pareja.
Si es posible, mantén tu embarazo muy separado de tu relación sentimental. Tu bebé puede sentir tu estrés y tus emociones, así que intenta limitar cuánto permites que la situación te afecte emocionalmente. Está bien sentirse herida, pero ahora también sientes por dos.
Hace falta ser un hombre bastante cuestionable para engañar a su pareja, pero hacerlo en un momento en que ella atraviesa una de las etapas más físicas y emocionalmente desafiantes de su vida, por él y por una responsabilidad que es mitad suya, bueno, ese tipo de hombre no merece ni un segundo más de tu atención.
Si él desea reconciliarse, no justifiques hacerlo solo porque necesitas apoyo económico o un lugar donde vivir. Tienes amigos, familia y un sistema judicial en el que puedes apoyarte.
Tampoco justifiques una reconciliación diciendo que tu hijo merece un padre. Esto es totalmente cierto, pero ser padre no es sinónimo de ser tu pareja. La crianza compartida es 100% posible.
Es momento de poner el bienestar tanto tuyo como de tu hijo por encima del estado de tu relación. Ambos merecen algo mejor.